El Diccionario de la lengua española (DLE) recoge tres acepciones de esta palabra, que se escribe en letra redonda, sin comillas y sin mayúscula inicial.
La primera es la simple de ‘viva, aplauso’.
- Cuando el profesor Sánchez terminó su intervención, la sala se llenó de vítores.
La segunda, que creemos menos usada, es la de ‘función pública en que a alguien se le aclama o aplaude una hazaña o acción gloriosa’.
- El vítor será mañana en el salón de claustros.
Y la tercera, la que mejor conocemos en Salamanca, es la del ‘letrero escrito directamente sobre una pared, o sobre un cartel o tablilla, en aplauso de una persona por alguna hazaña, acción o promoción gloriosa’. Suele contener la palabra víctor o vítor.
Algo de lo que, efectivamente, los muros de los edificios universitarios salmantinos pueden dar fe desde hace siglos.
- Elio Antonio de Nebrija tiene su vítor en la Universidad de Salamanca. Está en el claustro alto del edificio de las Escuelas Mayores.